El sueño de la usura produce laberintos mansos
El exquisito relato compilado en “Diario de un escritor”, pertenece a uno de los grandes escritores de cualquier tiempo y lugar: Fiódor Dostoyevski (1821-1881). El relato da comienzo con el cadáver de una jóven mujer sobre una mesa, y su maduro esposo que lo observa, se corre el telón al mundo íntimo de una pareja.
A partir de esta pregunta desesperada inicia el relato de "La Mansa". Quien nos cuenta la historia es él, el usurero, el hombre de la casa de empeños que poco antes se había casado con la muchacha mansa y ahora trata de darse una razón sobre su muerte prematura.
Ambos, separados por la muerte, están en escena sin separarse nunca en un diálogo de acciones y palabras. Él trata de entender lo ocurrido, regresa, recuerda, reconstruye, comprende, se confunde, trepa dolorosamente hacia la conciencia de quién él es realmente, de lo que desencadenó y provocó. Ella lo ayuda a reconstruir, describe los hechos, agrega, confirma, se calla. Está muerta, no puede argumentar, razonar o justificar. Ella es la memoria de él, su víctima, su culpa, su amor herido, su silencio. Sólo al final, cuando él toma conciencia, la voz de ella se vuelve autónoma, libre, dialoga e interroga.
Es la historia de la relación de un prestamista, inmerso en el tedio de una
existencia monótona, un hombre en soledad, y su jóven esposa, ahora muerta ante él. Un día de tantos días, el prestamista queda encantado con una
muchachita tímida, retraída, que frecuenta su negocio, una casa de empeños. La chica en cuestión, cuasi una adolescente de 16 años, se encuentra al borde de la miseria. Criada por unas tías despóticas, es prácticamente una huérfana, con un matrimonio a vistas arreglado por las tías con un hombre vulgar. El usurero, enterado de este futuro acuerdo, por intermedio de un buen dinero para las ambiciosas parientes se adelanta y logra su cometido, casarse con la joven sobrina que es bella, sumisa y mansa. Casi no habla, no es esperable por parte de ella ningún acto de rebeldía, ningún planteo, solo agradecimiento eterno. Esto piensa el prestamista, pero ¿Puede la belleza de lo frágil desencadenar tal horror?
Él reflexiona sobre lo ocurrido, rememora, piensa y repiensa tal alambique
humano ¿Qué hice mal? ¿Yo la amé? ¿Ella me quiso?
No nos sucede que , a veces o cada tanto, la conciencia posee un fulgor de fuego ¿Y quema?
existencia monótona, un hombre en soledad, y su jóven esposa, ahora muerta ante él. Un día de tantos días, el prestamista queda encantado con una
muchachita tímida, retraída, que frecuenta su negocio, una casa de empeños. La chica en cuestión, cuasi una adolescente de 16 años, se encuentra al borde de la miseria. Criada por unas tías despóticas, es prácticamente una huérfana, con un matrimonio a vistas arreglado por las tías con un hombre vulgar. El usurero, enterado de este futuro acuerdo, por intermedio de un buen dinero para las ambiciosas parientes se adelanta y logra su cometido, casarse con la joven sobrina que es bella, sumisa y mansa. Casi no habla, no es esperable por parte de ella ningún acto de rebeldía, ningún planteo, solo agradecimiento eterno. Esto piensa el prestamista, pero ¿Puede la belleza de lo frágil desencadenar tal horror?
Él reflexiona sobre lo ocurrido, rememora, piensa y repiensa tal alambique
humano ¿Qué hice mal? ¿Yo la amé? ¿Ella me quiso?
No nos sucede que , a veces o cada tanto, la conciencia posee un fulgor de fuego ¿Y quema?
Hay una coreografía escénica, un ordenamiento del accionar de los actores que no encorseta, si no que exprime lo mejor de ellos, haciendo que el relato
avance, se bifurque o ralente, según las necesidades de lo que se narra.
Abril Piterbarg, como la mansa criatura del título, excelente. Posee una
gestualidad ambigua y sugerente, rica en matices, muy pregnante en su fragilidad. Ivan Hochman, como el usurero inmerso en soledad, posee una plasticidad y herramientas actorales pertinentes. Tal vez le falte a su paleta expresiva, matices que su juventud aún debe por conocer. Aún así, compone un personaje vivo, frágil, querible y repudiable en su pasión. Cómo no conmoverse con ese usurero, que mientras cita a un mefistofélino Goethe,para aparentar una pátina de cultura que le es ajena, descubre tarde, que un sentido de lo bello se le escapó por entre sus dedos. Dedos que sirven para mensurar, pero no para proteger la fragilidad de su mundo.
La banda sonora está construida con sutil musicalidad, sostiene y contrapuntea
los climas del relato, con mesura. La iluminación puntualiza y da sentido a la estructura plástica de la propuesta, con hallazgos, como el del final tan sugerente. César Brie es un director creativo y ambicioso. Su adaptación y puesta en escena es precisa y tiene el encanto de lo evanescente.
Una propuesta teatral para no perdérsela.No seamos usureros con no placer. No dejemos que se nos escape lo inasible de un encuentro con la belleza del acto creativo.
Ficha artístico técnica:
Elenco: Abril Piterbarg, Iván Hochman / Dirección: César Brie / Asistencia de Dirección: Florencia Michalewicz
Vestuario: Carolina Ferraioulo / Escenografía: Duilio Della Pittima / Música Original: Pablo Brie / Diseño Gráfico: Cachi Bratoz / Trailer: Juan Barone / Texto Original: Fiódor Dostoievski /Adaptación: César Brie
Prensa: Simkin & Franco / Producción: Larisa Rivarola Szabason y Liza Taylor /
Agradecimientos: El Ojo Verde. Adriana Podzcammer. Liza Taylor. Sofía Diambra. Vera Dalla Pascua. Mariano Stolkine
Funciones: viernes 21hs
Entradas: $200 y Estud. y Jubil. $150 con credencial
Sala: El Extranjero
Dirección: Valentín Gómez 3378
Informes: 4862-7400
La Mansa en Facebook: https://www.facebook.com/LaMansa.CesarBrie
A.R. Belano
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